Creadores 3.0 para la Web 3.0
Mucho se viene hablando de la Web3 o Web 3.0, pero todavía es un concepto difícil de explicar — y más aún, de adoptar masivamente — . El hecho de que hoy resuenen términos como NFT, descentralización o metaverso, pero que no encontremos todavía casos prácticos de aplicación, confunde a la industria audiovisual, que tiene que trazar su propio camino en la generación de contenidos para estos hipotéticos universos. Mientras tanto emerge un nuevo creador, un creador pionero, que hace camino al andar y a quién podemos tomar de referencia para guiarnos en el futuro de los contenidos. La Web3 da la bienvenida al Creador 3.0.
Disclaimer: De lo que escribo en este artículo, no sé nada.
En un gran episodio de la increíble serie de Apple TV “Ted Lasso”, el bueno de Ted nos trae una frase de Walt Whitman que dice “Sé curioso, no prejuicioso”. Todo lo que está escrito a continuación es fruto de la curiosidad, es un punto de vista y no es, en absoluto, una afirmación grabada en la roca. Invito al lector a dejar los prejuicios de lado y ser parte del team curioso. Los conceptos que desarrollo de aquí en adelante tienen como único objetivo funcionar como disparadores para empezar una conversación.
¿Qué es la Web3?
Antes de ponernos a teorizar y filosofar — y vamos a filosofar mucho — , dejemos claros algunos fundamentos. Todo empezó en los ´90 con la Web 1.0, cuando se masificaron un conjunto de protocolos descentralizados, aun vigentes, que nos permiten enviar mensajes entre pares — el eMail — o hostear y visualizar páginas con cierta complejidad visual — el protocolo HTTP —. La información en la Web1 es unidireccional, los usuarios entramos a leer el periódico, chequear el clima o ver información bursátil.
La Web 2.0 nace en los 2000, con el avenimiento de las redes sociales, y las inmensas compañías que centralizan y monopolizan el acceso a la información, y se quedan con toda la torta de la monetización. La información que buscamos en la Web2 es generada por pares: lo que consumimos es el contenido que otros usuarios suben, sus post, fotografías y videos. Pero el dinero no va a los creadores de ese contenido, sino a Meta, Twitter, Google y otras corporaciones gigantescas.
En la Web 2.0, donde todos aportamos contenidos, nace el creador 2.0, el YouTuber, Instagramer, Twitcher. El influencer. La marca personal, la industria detrás de un creador individual. El streamer que en su habitación en casa de sus padres genera videos que son consumidos por decenas de millones de usuarios. Florecen contenidos que carecen de valores de producción, pero que pegan masivamente en las nuevas generaciones de consumidores. Durante estos mismos años, plataformas como Netflix ven el hueco y toman por asalto la industria del creador 1.0, la reconfiguran, la paternalizan. Monopolizan la demanda de contenidos de alto valor de producción. Se quedan con todo.
La Web 3.0 propone un regreso a los protocolos descentralizados, con un usuario más fuerte y responsable de sus datos y contenidos, y una distribución más transparente y justa de la monetización. Esta vez, de la mano de tecnologías como Blockchain, los usuarios tienen voz y voto en la creación, operación y gobernanza de estructuras, protocolos y modelos. Criptomonedas y NFTs surgen como herramientas para transformarnos en “dueños” de nuestra presencia digital, y los metaversos crean universos de la mente, donde las reglas esperan ser escritas y donde el contenido necesita explorar nuevas narrativas y modos de consumo.
Pero esto es solo una oportunidad. Si dejamos que empresas como Meta definan el rumbo de los metaversos, volveremos a una web centralizada y controlada por grandes jugadores. Consumidores 3.0 creen en los valores de la descentralización y, si queremos alcanzarl@s debemos abrirnos a las reglas de su juego.
En la Web3 nos logueamos conectando nuestra billetera virtual, que nos da acceso y soberanía sobre nuestra identidad, finanzas y titularidad de nuestros activos digitales. Somos responsables de nuestra llave privada — gran poder, gran responsabilidad — y nuestra identidad es seudónima. En la Web3 no existe “olvidé mi contraseña”.
Esta Web, más justa, más descentralizada y colaborativa — y más compleja — , invita al surgimiento de un creador que lleve como estandarte esos mismos valores.
Un momento… ¿Qué es un NFT?
Con las criptomonedas y el desarrollo de la tecnología Blockchain, se abrió el juego a la Internet del Valor. En la Internet de la Información, si yo compartía un activo digital con un par — por ejemplo, le enviaba una foto de una manzana — quedaban al menos dos copias de ese activo, la que yo tenía y la que recibía la otra persona. Y no hay ninguna seguridad de que yo no hubiera enviado más copias a otros usuarios o que quien haya recibido este activo no lo hubiera compartido con más personas, generando nuevas copias.
En el 2008 el juego cambia con el invento de un tal Satoshi Nakamoto, el Bitcoin. Este es el primer activo digital que se puede compartir entre pares y hay una tecnología detrás que se asegura que siga siendo solo uno. Si yo le envío un Bitcoin a otro usuario, yo lo dejo de tener. Y sigue habiendo un solo Bitcoin. No se duplicó. No se gastó dos veces. Y la emisión total de Bitcoins es limitada a 21 millones. Todo programado de antemano, todo auditable y transparente. Y tremendamente seguro y resiliente. No existe más el “se cayó el sistema”.
Bitcoin, como otras criptomonedas que vinieron después, es un activo fungible. Es decir que mi Bitcoin se puede intercambiar por cualquier otro Bitcoin de la red, y yo voy a seguir teniendo lo mismo. Pasa lo mismo con los billetes, con las acciones de una empresa o con la tonelada de soja en el mercado bursátil. Aunque tengan número de serie, si yo presto 100 dólares espero que se me devuelvan 100 dólares, no me importa que el billete sea el mismo. En cambio, un activo no fungible es como el anillo que me heredó mi abuela. Si lo empeño, quiero luego recuperar el mismo anillo. No un anillo similar, o del mismo valor, o dinero por un valor equivalente. Necesito ese anillo, que tiene una carga emocional — una historia detrás — que lo hace único. Los NFT — por Non Fungible Token — son activos digitales no fungibles, que son únicos y no pueden ser intercambiados por ningún otro activo digital.
Los NFT alcanzaron su pico de popularidad con el arte digital, cada token representando a una obra única. Trazables, inalterables, transferibles y programables, los NFT son sofisticados certificados de titularidad digitales, herramientas perfectas para adueñarnos de elementos únicos en la Web3. Mi casa del metaverso, o las zapatillas que viste mi avatar, son NFTs. Mi imagen de perfil en redes sociales puede ser un NFT, y eso me da status.
Por ahora, según la edad del lector de este artículo y su vínculo con las nuevas tecnologías, esto puede parecer un pelín abstracto. Pero los NFT están mellando nuestra cultura, liderando un cambio de paradigma muy difícil de asimilar por los que no nacimos con un celular en la mano. Pero hay una generación que valora la unicidad de las zapatillas que viste su avatar, así como valora a quien fue visionario y participó del minteo de un NFT que se transforma en tendencia — y tiene su correspondiente certificado digital para probarlo — . Y entre ellos, entre los miembros de esta generación inquieta y conectada, surge el creador que satisface sus necesidades de consumo de contenidos.
Las ideas son una red
Según el escritor norteamericano Steven Johnson, en una gran charla TED que acompaña este artículo, una idea no es una cosa aislada. Una idea es una red. Dentro del cerebro, una idea, una idea nueva, es una nueva red de neuronas moviéndose en sincronía en una nueva configuración que no se había formado antes. Nos gusta creer que las grandes ideas son epifanías, revelaciones, un momento ¡eureka! Pero, en realidad, suelen ser un conjunto de partes que siempre estuvieron ahí. Tomamos ideas de otras personas, de personas de las cuales hemos aprendido, de textos que hemos leído, de charlas casuales que hemos oído; las entretejemos de una manera nueva y creamos algo nuevo. Ahí es cuando realmente sucede la innovación.
Trasladando esto a estructuras sociales, la libre interacción con el otro, la heterogeneidad de ideas propicia la invención. Juntarnos a tomar un café con alguien que tiene un punto de vista distinto, una cultura distinta o un conocimiento distinto, abre la puerta a que se cree algo similar a ese movimiento sincronizado de las neuronas. A que reacomodemos estos nuevos pensamientos, los unamos a los nuestros y que surjan nuevas ideas.
El espíritu de la Web3 tiene esta esencia, la de la reunión, la de la creación y la inteligencia colectivas. Internet se ha transformado en una especie de ágora, un lugar donde todos confluimos, donde nos reunimos, propiciando niveles de innovación nunca antes vistos. La cultura Open Source, en donde cualquiera puede meter mano para modificar una creación, habilitando a que otros también intervengan incluso sobre mi modificación de la obra, abriendo varias ramas de creatividad y la productividad, es hija de la internet. Y es replicable a otras disciplinas más allá de la programación. Las criptomonedas y la tecnología Blockchain, nos devolvieron el sentido de propiedad digital y permitieron el tejido de redes rizomáticas — como el jengibre, la menta o el bambú — de raíces infinitas y horizontales, que florecen en cualquier parte y, aunque parezcan plantas aisladas, están interconectadas debajo de la superficie. Cada vez somos más conscientes del poder de nuestras propias conexiones y de cómo los gigantes de la web 2.0 han crecido y amasado billones de dólares a partir del control que ejercen sobre éstas.
Esta tormenta perfecta es un gran caldo de cultivo ya no sólo para la innovación, sino para la revolución. Y formando guerrilla, palpando esa revolución, hoy el Creador 3.0 está dando sus primeros pasos.
Creando en la Era de Acuario
Acuario es el signo más Web3 del zodíaco y el creador 3.0 nace, no por casualidad, en los albores de la Era de Acuario. Pareciera que los astros y la tecnología van de la mano para llegar a punto caramelo a una nueva era que baja la innovación tecnológica a la cultura. ¿Qué significa esto? Cuando “googleamos” algo, es que la tecnología nos penetró tanto que se volvió parte de la cultura. Y la Web3 no es solo un cambio tecnológico, trae consigo un cambio de paradigma cultural — o tal vez el paradigma cultural ya haya cambiado y esté arrastrando a la tecnología y a los procesos creativos con él —
El Creador 3.0 es colaborativo, necesita del otro para encender la mecha de la creatividad. Crea creando sinergías, vincula, integra, conecta con conciencia de red. Brilla en constelación, brilla porque el conjunto brilla. Su equipo es interdisciplinario, diverso, pero vibra en la misma frecuencia.
El Creador 3.0 crea porque necesita crear, porque es su combustible. Quiere contar su historia a su manera y la quiere contar hoy. No quiere enroscarse en el proceso eterno de producción del Creador 1.0 pero tiene conciencia del valor de producción y arma equipos y procesos que superan al Creador 2.0. No está apurado, parece ansioso, pero en realidad somos nosotros los que asimilamos lento. Por eso el Creador 3.0 produce con las herramientas que tiene a mano.
El Creador 3.0 puede parecernos excesivamente libre, loco, vanguardista e impredecible. Puede, desde nuestro punto de vista, ser demasiado ansioso, querer que todo suceda demasiado rápido. Pero, en realidad, el Creador 3.0 ya vio el futuro y sabe que el futuro se transforma en presente en un segundo.
El Creador 3.0 conoce las tecnologías, las vive, las aprovecha, las incluye en su narrativa, así como incluye y reconoce a sus co-creadores. El Creador 3.0 es curioso por naturaleza y no tiene prejuicios. Está abierto a aprender, está abierto a explorar.
El Creador 3.0 busca nuevos modos — y mundos — para expresarse. Entiende que el metaverso — un universo más allá del universo — es el lugar con más potencial para la creación en libertad absoluta. Este mundo analógico en el que vivimos, este mundo del cuerpo, vino con reglas sociales, leyes de física y biología, que pueden ser reescritas en el metaverso, como por ejemplo la ley de la gravedad. ¿Cómo se cuenta un cuento en un universo donde el contenido se puede consumir flotando en el espacio? El Creador 3.0 se lo pregunta. El Creador 3.0 cuestiona todo, se pregunta todo. El Creador 3.0 sabe que el universo se está creando en este mismo instante, se está expandiendo.
Para el Creador 3.0 todo lo normal es mediocre, cumplir con la norma es estúpido. Sabe que el cambio es natural, que la energía se está moviendo constantemente. El Creador 3.0 percibe inmediatamente lo nuevo, lo que cambia. El Creador 3.0 es el cambio.
¿Dónde están los Creadores 3.0?
Gracias a mi trabajo, estoy en contacto con creadores todo el tiempo. Con Flixxo y Carnaval hemos compartido y trabajado junto a más de un centenar de creadores que se podrían definir cómo 3.0.
El universo de las Microseries fue el primer lugar donde comencé a percibir las dinámicas del Creador 3.0. Artistas independientes, presupuestos acotados. Historias contadas con infinita libertad. El creador de microseries se apaña para contar su historia a como dé lugar. Con 100 dólares y un litro de sangre falsa, en un fin de semana producen una serie. Pero también producen con calidad: alrededor del mundo hay subsidios para este tipo de contenidos y la calidad de las microseries ha ido aumentando de forma exponencial.
Los creadores de microseries se juntan en festivales — hemos tenido la suerte de participar en más de una docena, desde Buenos Aires hasta Korea — y estos eventos también suelen estar organizados de manera colectiva y colaborativa. Muy pocas veces he visto a la industria participando de estos eventos que están totalmente debajo del radar, y menos aún he visto a estas series formar parte de eventos de la industria. Una gran experiencia ha sido la sección de Microseries de Ventana Sur 2021 en Buenos Aires, que se repetirá en el 2022.
Las microseries de a poco van ganando espacio en algunas plataformas, pero todavía le son ajenas a los equipos de adquisición.
Otra gran experiencia y punto de encuentro de Creadores 2.0 y 3.0 fue el Hack Mafiz 2022, en el marco del Festival de Cine de Málaga. La organización del festival fue pionera en abrir el juego a los creadores digitales y, mediante un formato colaborativo y lúdico de Hackathon, más de 1500 artistas de toda Iberoamérica tuvieron la oportunidad de mostrar su talento y visión a la industria. Y la industria tuvo la oportunidad de aprender de ell@s.
La industria “tradicional” y el Creador 3.0
Los hábitos de consumo de las nuevas generaciones son radicalmente distintos a lo que la industria está acostumbrada — así como los procesos creativos y de producción de los Creadores 3.0 nos resultan ajenos — Los grandes jugadores, con sus necesidades financieras de corto plazo y sus culturas de empresa 1.0 no saben crear canales de comunicación con las audiencias digitales. Hoy Netflix le cobra un abono a mi padre, pero en diez años le va a tener que cobrar ese mismo abono a mi hijo. Y mi hijo no lo va a pagar, porque Netflix no le ofrece contenidos ni modelos con los que él se identifique.
Con los nuevos cambios de tendencia en la industria, que van lentamente siguiendo los cambios de tendencia en el consumo, y la proliferación de plataformas FAST o AVOD, que basan sus ingresos en la publicidad, las microseries presentan una gran oportunidad de arrastrar la tracción de las redes sociales, de traer consumidores de la franja 16–25 años a un ecosistema más “tradicional”.
¿Cómo recibimos al Creador 3.0? ¿Cómo ayudamos a que construya su lugar en la industria? ¿Cómo nos adaptamos a una nueva generación de consumidores y aprendemos de una nueva generación de creador? En primer lugar aceptando que no sabemos nada. Nada. Y, a pesar de nuestra experiencia, tenemos que abrirnos, aprender y experimentar. El Creador 3.0 nos puede enseñar, es una oportunidad enorme. Plataformas de streaming, distribuidores, canales de TV, productores, debemos ser facilitadores. Nuestra misión es acercar a los Creadores 3.0 a herramientas tecnológicas, procesos de producción y fuentes de financiación. Debemos ayudar a transformar su visión en un producto de estándares profesionales. Pero sin cercenar su libertad creativa. Tenemos que dar un salto al vacío, confiar. El Creador 3.0 sabe de saltos al vacío, nosotros tenemos que aprender.
Por otro lado, la industria debe empezar a experimentar con tecnología. Educarse. Entender los nuevos modelos. Si los NFT trajeron tanto cambio a la industria del arte, que hasta los jugadores más tradicionales como Sotheby’s ya están metidos hasta el tuétano, ¿no sería lógico que el siguiente gran cambio venga en la industria audiovisual o en la discográfica? Plataformas de streaming como Flixxo — disclaimer, soy uno de los founders — vienen marcando el camino desde hace años, armando comunidad — de Creadores 3.0 — y experimentando con nuevos modelos.
Un titulo muy largo, para una conclusión muy breve
El Creador 3.0 crea para sí mismo, y el Creador 3.0 es parte de las nuevas audiencias a las que aspiramos llegar con nuestros contenidos. Por extensión, dejar fluir la visión del Creador 3.0 es la oportunidad de alcanzar, seducir y retener a una Audiencia 3.0.
Es interesante el ejercicio de escribir de uno mismo en tercera persona, a veces nos da perspectiva de quiénes somos y qué hacemos. A ver cómo me sale.
Sobre el autor de este artículo
Adrián Garelik (yo), es entre otras cosas guionista de cine y TV, y durante 10 años estuvo detrás del mostrador de su videoclub. Pero también es entusiasta de la tecnología, y está involucrado en el universo Web3 desde antes que a alguien se le ocurriera llamarlo Web3. Fundador de varias empresas que conforman un ecosistema de Creadores 3.0, impulsó la plataforma de streaming Flixxo.com, el mercado de arte digital iberoamericano Carnaval.art, la plataforma de crowdfunding Bluebits.club, y es mentor de la hackathon audiovisual MediaHack.