Flixxo se tiñó de Rojo Sangre.

Dentro de la nueva normalidad, los festivales de cine empiezan a explorar nuevos paradigmas y dan un paso sin retorno hacia el streaming . Sin embargo, la apertura a la virtualidad cambia las reglas del juego en la exhibición de contenidos en festivales internacionales, abriendo varias incógnitas. ¿Geo bloquear el contenido hasta qué punto? ¿Limitar el acceso a las películas imitando la capacidad de las salas? En Flixxo hosteamos la edición 2020 del Festival Buenos Aires Rojo Sangre y compartimos nuestra experiencia y nuestras conclusiones.

Flixxo
5 min readDec 28, 2020
BARS web y BARS mobile, dos opciones para un festival 100% virtual.

Durante un año de grandes cambios y desafíos, no solo logramos mantener el ritmo de desarrollo de Flixxo sino que también alcanzamos varios de nuestros mayores logros, como el lanzamiento oficial de la plataforma y el estreno de nuestras primeras producciones originales. Con el 2020 casi finalizado nos encontramos con la oportunidad de sumar otro logro más. La propuesta, tan motivadora como arriesgada, fue ser la principal plataforma de video para la primera edición virtual del Buenos Aires Rojo Sangre, un festival internacional que desde hace 21 años lleva a las pantallas de nuestra ciudad lo mejor del cine de terror de todo el mundo. El espíritu independiente del festival sumado a las ganas de innovar desde lo temático y tecnológico nos hicieron aceptar el desafío sin dudarlo, era perfecto para nosotros. Pero, ¿podríamos replicar la experiencia de un festival de cine en Flixxo y estar a la altura de todas las necesidades de un evento de este tipo?

Las condiciones del BARS 2020 fueron claras: Más de 100 cortometrajes y una treintena de largometrajes disponibles bajo demanda. Acceso gratuito a todos los contenidos, con los cortometrajes disponibles 24/7 durante los once días del festival y los largometrajes en competencia a estrenarse en tandas accesibles por 72hs. Todo el contenido geo-bloqueado y disponible sólo en Argentina y para espectadores que hayan confirmado ser mayores de 18 años.

Con esa premisa, adaptamos nuestra plataforma para ser anfitriones virtuales del festival. Los usuarios se encontraban con un Flixxo salpicado de sangre al abrir la app y, a las pestañas ya existentes Comunidad y Series, se le sumó la del BARS, que se abría por default si el usuario estaba consumiendo contenidos desde Argentina.

Después de un primer día complicado y con mucha interacción con los usuarios en redes para solucionar los — esperables — problemas técnicos que fueron apareciendo (como una web que comenzó a mostrar contenidos dos horas tarde), las cosas se fueron acomodando y finalmente logramos una experiencia de usuario impecable y fluida, la cual se mantuvo hasta el cierre del festival.

“La experiencia final fue gratificante, por haber encontrado una solución para llevar a cabo el festival y por el público que respondió con alegría frente a una experiencia positiva… ¡con ganas de volvernos a encontrar el año próximo!”

Elian Aguilar, organizador del BARS.

El BARS dispuso de una plataforma al estilo Netflix, 100% dedicada a sus contenidos, brandeada y adaptada al evento. La virtualidad, que en principio nos intimidaba, trajo consigo varias sorpresas agradables: Buenos Aires Rojo Sangre se convirtió en un festival federal (un Argentina Rojo Sangre), con casi un 40% de sus espectadores en el interior del país. De esta forma, la reproducción de contenidos se triplicó en comparación a la asistencia que el festival tuvo en salas durante el 2019.

Festivales y virtualidad

Uno de los inconvenientes recurrentes que encontramos fue el de argentinos intentando ver el BARS desde fuera del país, a los que había que explicarles las limitaciones en las licencias de los contenidos para los festivales. Un problema similar, argentinos en zonas limítrofes del país accediendo a redes de países vecinos, que fueron detectados como usuarios extranjeros.

Estas situaciones nos llevaron a reflexionar acerca de los cambios que los festivales tendrán que enfrentar al enfrentar el desafío del streaming.

Una película en el BARS 2019, proyectada en salas, sólo podía ser vista por espectadores que se acercaban al cine a verla y hasta agotar la capacidad de la sala. ¿Cómo traducir esto a un universo virtual?

Entendemos que los festivales deben proveer un acceso limitado a los contenidos. Un estreno en un festival no puede atentar contra un estreno en una plataforma masiva de streaming. Pero el film que solo se podía ver en sala en Cannes, durante el festival de Cannes ¿debe estar disponible por streaming sólo en Cannes?

Experiencias como el Festival de Mar del Plata, o las primeras ideas para el BAFICI 2021 (el BAFICI 2020 debió ser suspendido a un mes de haberse iniciado la cuarentena), abren la conversación sobre “funciones” acotadas, con contenidos disponibles durante una breve ventana de tiempo y con una capacidad limitada (con entradas pagas o no). Pero de nuevo, geo bloqueados.

Un modelo de subscripción por festival, que permita a los usuarios acceder a todos los contenidos on demand (para verlos en cualquier momento mientras dure el festival), con fechas extendidas (un mes de festival virtual en vez de una semana presencial) y con una porción de estos abonos para usuarios por fuera de la “zona” de influencia del evento. Es decir, podemos hacer un BAFICI virtual con un cupo de 60% para el público Argentino y un 40% para audiencia internacional, con una venta de abonos first-come first-served, es decir hasta agotar “stock”. Un estreno en festival puede contar con un cupo de reproducciones, un número tan marginal que no afecte — al contrario, que alimente la expectativa — un estreno exclusivo en plataformas. El argumento sería “Netflix estrena la película que agotó todas las funciones — digitales — en festivales internacionales”

Ante una eventual necesidad de limitar ciertos accesos, un modelo híbrido como el de Flixxo (SVOD+TVOD), permitiría repartir Flixx, o créditos entre los usuarios. Estos podrían acceder con su abono a una colección de cientos de cortometrajes o largometrajes que no son estrenos, pero tendrían también una cantidad limitada de créditos para acceder a los largometrajes en competencia, emulando la capacidad de una sala. Incluso, en caso de ser necesario, parte de la programación del festival podría ser accesible desde cualquier parte del mundo (de manera gratuita) y otra porción sí, geo bloqueada y con costo.

Los festivales incluso podrían ofrecer retrospectivas de contenidos de ediciones pasadas, o contenidos curados fuera de competencia, creando microplataformas verticales que pueden ser alimentadas todo el año.

La modalidad digital de los festivales abre nuevos modelos de negocios, nuevas fuentes de ingreso y permiten un acceso universal a una gran cantidad de contenidos que, de otro modo, sería muy difícil de generar.

La pandemia aceleró los procesos y abrió un abanico de oportunidades que debemos aprovechar así como lo hicieron los mercados de contenidos, que se volcaron a experiencias 100% virtuales o a híbridos.

Flixxo se tiñó de rojo sangre y el BARS se vistió de Flixxo. Nunca abras esa puerta, hubiera dicho Christensen. Pero una vez que la puerta está abierta, no podemos hacernos los distraídos. La conversación ya empezó. Plataformas, proveedores de tecnología y festivales tenemos una gran oportunidad de cambiar paradigmas.

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